A la hora de realizar un proyecto de producción de energía térmica con biomasa en un edificio, pueden surgirnos diversas cuestiones como por ejemplo: ¿Qué es lo primero, el biocombustible o la caldera de biomasa? ¿Por dónde debemos empezar?
En primer lugar, procederemos a la selección del biocombustible, el cual deberá ser adecuado en función del nivel de calidad que posea nuestra caldera.
La biomasa será apta o no apta para una aplicación o uso determinado ya que, podrá no ser la mejor opción para una determinada aplicación y sí serlo para otra. Por ejemplo, para un uso industrial o para la generación de energía eléctrica en una central de biomasa, las exigencias no tienen por qué ser las mismas que para un equipo doméstico o terciario, es decir, que vaya a instalarse en un hotel o colegio.
En un proyecto de biomasa, la primera cuestión es qué tipo de biomasa tenemos a nuestro alcance (tipología, origen y principales características o parámetros físico-químicos, disponibilidad, estacionalidad, etc.), la cantidad anual o mensual disponible (seguridad de abastecimiento) y su precio en €/t en principio, aunque lo ideal es en c€/kWh.
En ocasiones, el hecho de tener acceso a un tipo de biomasa el cual sabemos que es bueno, que existe en cantidades suficientes y a un precio razonable, no será suficiente para tomar la decisión de instalar o no biomasa o de cambiar o no el sistema actual fósil o eléctrico por biomasa.
Es necesario incidir en los siguientes puntos:
- Calidad del biocombustible.
Por ejemplo, si ¿Ese material está seco? ¿Qué humedad tiene en la actualidad? ¿Ha sido previamente tratado? ¿Tenemos alguna analítica del mismo de algún laboratorio? ¿Está estandarizado? Nos interesan 3 parámetros básicos: la humedad y el PCI que están vinculados, y su contenido en cenizas, que va a afectar al mantenimiento de los equipos.
- Suministro del biocombustible.
¿Cuánto me podría suministrar anualmente? ¿Bajo qué formato, a granel, en big bag, en sacos de 15 kg, neumático,…? Esto es fundamental para disponer de una adecuada planificación logística, incluso va a afectar al precio final y, por supuesto, va a limitar el proveedor o proveedores de biomasa.
- Comparar precios.
Es una buena idea realizar una comparación con otro biocombustible, fósil o renovable para saber si el precio es competitivo.
Así se podrá tomar la decisión final en base a la mayor cantidad de información posible. Existen índices de precios para poder comparar como los elaborados por AVEBIOM o por I.D.A.E.
Una vez claras todas las cuestiones anteriormente citadas, podríamos dar el siguiente paso que sería seleccionar el equipo de combustión, es decir, el conjunto quemador-intercambiador, con todos sus elementos auxiliares, que es lo que conocemos como caldera de biomasa. Y, posteriormente, el resto de equipos e instalaciones necesarias para el correcto funcionamiento de la instalación en su conjunto, tales como silo de almacenamiento, depósitos de inercia y chimenea.
Para concluir con este artículo, exponemos las ventajas del empleo de la biomasa tras analizar los factores comentados.
Una instalación de biomasa en un edificio, bien planificada, bien diseñada y basada en un biocombustible apto y competitivo comporta importantes ventajas para sus usuarios. Entre ellas dos directas, un ahorro de costes directos en relación a los combustibles fósiles y la electricidad y una contribución favorable al medio ambiente en términos de reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera.