Un estudio realizado en Australia demuestra que los árboles, al envejecer, son menos eficaces en la absorción de CO2, y que la única estrategia pasa por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que se consiguen con acciones como evitar incendios forestales o impulsar la plantación de nuevos árboles.
Mantener jóvenes nuestros bosques es necesario para que estos sean efectivos en la lucha contra el cambio climático. Así lo demuestra un estudio internacional publicado en la revista Nature y liderado por el Instituto para el Medioambiente de la Universidad Western Sydney en Hawkesbury (Australia) con participación española. El equipo realizó un experimento en un bosque nativo de eucaliptos en Australia, aumentando de manera artificial la cantidad de CO2 que suele recibir.
La conclusión es clara: Los bosques maduros absorben menos dióxido de carbono (CO2) del que se preveía por lo que es necesario redoblar esfuerzos para reducir las emisiones a la atmósfera. La única estrategia que nos queda frente al cambio climático es esta: emitir menos gases de efecto invernadero.
El uso de la biomasa es perfecto para este fin, ya que estamos ante una fuente de energía natural y respetuosa con el medio ambiente. Contrariamente a las energías convencionales su combustión no aumenta el efecto invernadero debido a su nula aportación de CO2 a la atmósfera.